A pesar de que ya hace unos años que es algo más conocido, el kéfir ha pasado sin pena ni gloria por nuestra sociedad occidental. Sin embargo, es uno de los alimentos más recomendables por sus propiedades probióticas que más adelante se detallan.
Desde el punto de vista nutricional, el kéfir nos aporta un amplio espectro de vitaminas, minerales y aminoácidos, pero lo realmente interesante es que se trata de un alimento probiótico. Esto quiere decir que tiene en su composición “microorganismos vivos que, administrados en las cantidades adecuadas, aportan beneficios en la salud del organismo del que los ingiere”, según la descripción más utilizada entre la comunidad científica.
Entre los beneficios de los probióticos encontramos, principalmente, que:
- Potencian que la microflora intestinal se mantenga equilibrada y en orden.
- Tienen propiedades antibióticas y antifúngicas (contra los hongos).
- Hacen que el sistema inmune sea más fuerte y esté preparado para luchar en caso de que se produzca una infección.
- Ejercen una acción protectora contra microorganismos patógenos que entran en nuestro organismo.
- Neutralizan las toxinas que provienen del exterior y las que produce nuestro cuerpo.
- Nos ayudan a hacer una mejor y más rápida digestión de los macronutrientes (proteínas, grasas…) permitiendo que sean mejor asimilados por el estómago.
- Descomponen de modo más sencillo la lactosa (azúcar de la leche), la cual a muchas personas les produce desórdenes intestinales o incluso intolerancias alimenticias.
- Sintetizan mejor las vitaminas presentes en los alimentos.
¡Anímate a probarlo!
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