Desde
hace unas semanas, ha surgido un debate sobre la peligrosidad del aceite
de coco debido a un comentario de una profesora de la Universidad de
Harvard, Karen Michels, en el que lo calificaba como “veneno” por su contenido
en grasas saturadas. Pero, ¿qué pasa con el aceite de coco?
Como naturópata realizando asesoramiento en Les Corts Natural me
he preocupado por este hecho y he consultado distintas fuentes de
información para poder encontrar una respuesta y asegurar el bienestar de
nuestros clientes.
Para empezar, cabe destacar que hemos podido observar
cómo la popularidad del aceite de coco ha tenido fluctuaciones a lo
largo de los años. Previamente al 2014, en occidente casi ni lo conocíamos debido
a que los médicos lo desaconsejaban por su contenido de grasas saturadas. Se
arrinconó -como otras muchas grasas- en cuanto la corriente médica dominante
decidió postular que las grasas deben consumirse de forma muy restringida
porque en exceso no son buenas para el organismo… sin entender que no todas las
grasas son iguales y que los productos menos saludables son precisamente los
que decidieron promocionar: los lácteos y los carbohidratos refinados.
A partir del 2015 el aceite de coco ganó popularidad
por sus distintos y probados beneficios y, hace unas semanas, su popularidad ha
vuelto a bajar.
El aceite de coco es muy bueno para la piel |
Mi opinión profesional es que no se
debería consumir ningún alimento por moda y que todos debemos asegurarnos de lo
que consumimos. La seguridad de nuestra alimentación
debería estar asegurada por organismos oficiales, pero está claro que en muchas
ocasiones los intereses económicos ocupan un lugar especial. Por ello, es mi compromiso con las personas que nos solicitan asesoramiento, intentar aportar algo de luz en este
tema.
El aceite de coco contiene grasas buenas
La química básica del aceite de coco se desveló en las
primeras décadas del siglo XX cuando se descubrió que si bien se compone de un
90% de grasas saturadas, el 63% de sus triglicéridos -principal tipo de grasa
del organismo junto al colesterol- son de cadena media.
Estos triglicéridos de cadena media se
digieren y absorben rápidamente con un mínimo esfuerzo al ser sus moléculas más
pequeñas y requerirse menos energía y menos enzimas para descomponerlas y
además van directamente al hígado sin necesidad de que el organismo las
trasporte a través de la sangre por lo que no aumenta en ella los
niveles ni de colesterol ni de triglicéridos.
Luego se comportan más como hidratos de carbono que
como grasas. Por eso su consumo aumenta rápidamente la energía del
organismo que ve así potenciadas sus funciones metabólicas y mejora sus
mecanismos de regeneración y el funcionamiento del sistema inmune. De
hecho por eso los triglicéridos de cadena media son los que principalmente se
utilizan en investigación y en muchos productos alimenticios. Buena muestra de
su importancia está en que la propia naturaleza los ha incluido en la leche
materna -esencial para la supervivencia nutricional e inmunológica del
bebé- en forma de ácido láurico, precisamente el principal ácido graso del
aceite de coco.
El aceite de coco puede reducir el colesterol |
Todo en su justa medida
Nuestro organismo necesita, en correcta
medida, grasas saturadas e insaturadas. De
hecho, las únicas grasas negativas para la salud son las “trans” -que proceden
de ácidos grasos insaturados-, las hidrogenadas -presentes en muchos alimentos
procesados (margarina, bollería industrial, patatas fritas, chocolate, comida
preparada…)- y las que se fríen (freír los alimentos produce radicales libres
que pueden dañar las células y aumentar el riesgo de patologías
cardiovasculares así como sustancias cancerígenas como la acrilamida).
El Aceite de Coco es el único
aceite que no se oxida al calentarlo lo que le convierte en el más apropiado
para freír. Y está constatado que es útil en numerosas patologías. Si quieres conocer los beneficios del aceite de coco, consulta este artículo.
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