Hipotiroidismo e
hipertiroidismo son dos trastornos opuestos que se pueden tratar a través de la
alimentación.
Las personas
afectadas deben tener en cuenta que es importante tomar ciertos productos y
evitar otros.
En
nuestro país cada vez se diagnostican más casos asociados a problemas con la
tiroides, como el hipotiroidismo o el hipertiroidismo.
Se calcula que estos
desarreglos afectan a casi un 10% de la población del Primer Mundo, sobre todo
a la femenina, que triplica en número de casos a la masculina.
Es
muy probable que los pésimos hábitos alimentarios, la falta de ejercicio físico
y el siempre presente estrés tengan mucho que ver con el desarrollo de una
enfermedad que, muchas veces, permanece años sin ser detectada por coincidir
sus síntomas con los de otras patologías comunes. Esto, a su vez, dificulta
enormemente la tarea de averiguar la cifra exacta de personas aquejadas de este
mal, aunque lo que sí se sabe con seguridad es que va en aumento.
Para
tratar esta enfermedad y evitar que derive en serios problemas psicológicos,
como una depresión, es muy importante detectarla en una fase precoz y cuidar la
alimentación. Porque cuando hablamos de problemas de tiroides, nos enfrentamos
a enfermedades muy diferentes, pero en todas ellas la alimentación desempeña un
papel fundamental para su tratamiento y prevención. Por ese motivo, es
fundamental conocer los productos que nos ayudan a regular y a mantener nuestra
glándula tiroides en forma y los que debemos evitar.
PARA EL HIPOTIROIDISMO
El
hipotiroidismo es el trastorno más común de la tiroides y se manifiesta cuando
esta glándula no produce suficiente tiroxina. Los síntomas pueden pasar
inadvertidos por ser muy sutiles: cansancio, tristeza, piel seca, caída del cabello,
sensibilidad al frío, colesterol alto, aumento de peso o dolores musculares.
Otro
signo frecuente son las irregularidades menstruales e, incluso, la retirada del
periodo. Lo bueno es que el tratamiento es muy sencillo, pues se trata de
compensar los niveles de TSH en la sangre tomando píldoras de L-tiroxina y,
claro está, regular la alimentación.
Lo
primero que debemos vigilar es el consumo calórico, ya que normalmente se
aumenta de peso. Así que las porciones de comida deben ser moderadas y el consumo
de grasas, limitado. Eso significa que los alimentos refinados y procesados
deberían ser suprimidos totalmente y los azúcares, reducidos al máximo. Aunque
quizás lo más importante sea asegurarnos de que en
nuestra dieta no falten los alimentos ricos en yodo, siendo las sales marinas
de calidad y las algas, los más recomendables.
Lo ideal sería tener
siempre a mano una sal de algas o acompañar todas las cocciones de cereales y
verduras con un trozo de alga del tipo kombu o wakame. También podemos comprarlas en copos y añadirlas a todas
nuestras ensaladas. La variedad no importa, puesto que todas tienen un
excelente nivel de yodo, aunque destacan la kombu y la espirulina.

Muy importante es
también prescindir de alimentos que fomenten la pérdida de yodo, como las
bebidas excitantes, el alcohol, los quesos o derivados animales grasos y
cualquier alimento azucarado.
PARA EL HIPERTIROIDISMO
El
hipertiroidismo se produce cuando existe una excesiva producción de hormonas
tiroideas. En muchas ocasiones, puede estar provocado por episodios de estrés
psicológico, por lo que sería más fácil de tratar con una buena alimentación.
Los síntomas son totalmente opuestos a los del hipotiroidismo, a excepción del
cansancio y la irregularidad en el ciclo menstrual. En este caso, nos
encontraremos con una tendencia a perder peso sin motivo, con episodios de
irritabilidad y nerviosismo, palpitaciones y una señal física muy visible que consiste
en tener ojos saltones.

Otro componente
esencial es el ácido elágico, que se encuentra en frutas como la uva o la granada y en frutos secos como las nueces o las
castañas. Y si el mercado lo permite, no hay mejores aliadas contra el
hipertiroidismo que las borrajas,
ricas en ácido rosmarínico, que podemos comer hervidas cuando llegan los meses
del invierno. También conviene incorporar a nuestros menús alimentos ricos en
litio, sobre todo espárragos, perejil,
patatas y melones.
Como es de suponer,
en esta dieta sí tienen mucho protagonismo los alimentos bociógenos, pero hay
que intentar comerlos crudos, así que en el caso de la soja o el mijo, lo mejor
es germinarlos. Y un buen suplemento que hay que tener en cuenta es la
L-carnitina, pues se ha descubierto que es muy eficaz para limitar la actividad
de la glándula tiroidea.
Al igual que con el
hipotiroidismo, es bueno tener presente que tan relevante como lo que comemos
es lo que no comemos, de modo que mejor no darle espacio a ningún alimento rico
en yodo que estimule nuestra ya de por sí hiperestimulada producción de
tiroxina. Por eso, no conviene pasarse con los alimentos precocinados o de
restaurante, ya que en estos es muy difícil controlar el tipo de sal que se usa
y, por consiguiente, sus niveles de yodo.
http://www.naturopatia-rosagarcia.es/
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