Las alteraciones de la piel reflejan tanto conflictos
emocionales como agresiones externas, las terapias y remedios naturales son fuentes de gran ayuda para mejorar o solucionar sus problemas.
La dieta y la
higiene son las principales herramientas preventivas.
Cuando aparece un síntoma en nuestra piel hay que investigar su origen no tratarlo de forma superficial, sino buscar su causa, el conseguir una piel bonita es un trabajo desde dentro hacia afuera.
BUENOS ALIMENTOS
Una piel reseca o descamada, puede estar causada por deficiencias en la alimentación. La piel se regenera por completo
cada 28 días y para que esta renovación continua se realice con éxito resulta
necesario un aporte continuado de nutrientes, especialmente vitaminas A, B2,
B6 y E, hierro, selenio y ácidos grasos esenciales.
•
Vitamina A. Es
esencial para la renovación celular y para el buen funcionamiento del las
glándulas sudoríparas y sebáceas. También previene la aparición de manchas.
Fuentes alimentarias son los huevos y los productos lácteos. En forma de
betacaroteno, que en el cuerpo se transforma en vitamina A, se halla en la
zanahoria, la calabaza, el melón cantalupo, el mango, el pomelo, el
albaricoque, los melocotones, las nectarinas, el brócoli, la espinaca y la
mayoría de las hortalizas de hoja verde. Cuanto más intenso es el color de la
fruta u hortaliza, mayor es el contenido de betacaroteno.
•
Vitaminas B2 y B6. Su
deficiencia puede ocasionar un exceso de grasa en la piel. La vitamina B2 o
riboflavina abunda en los productos lácteos, los huevos, las legumbres y los
frutos secos. La vitamina B6 o piridoxina se halla en los frutos secos, las judías
verdes, el germen de trigo, la levadura de cerveza, las algas, los huevos y en
general en los productos frescos.
•
Vitamina E. Previene
la degeneración relacionada con el ataque de los radicales libres, tanto los
producidos por el propio como organismo como los que llegan del exterior. Esta
vitamina se encuentra en abundancia en los aceites virgen extra y crudos de
oliva, girasol y germen de trigo, en los aguacates y en los frutos
secos.
•
Hierro. Una piel y
unas mucosas pálidas pueden deberse a una deficiencia de hemoglobina y por
tanto a una carencia de este mineral. Además de la carne y el pescado, fuentes
recomendables de hierro son los huevos, la levadura de cerveza, los frutos
secos, los cereales integrales, las legumbres, las verduras de hoja verde y las
frutas desecadas. Para mejorar la absorción del hierro conviene tomar
suficiente vitamina C, abundante en los cítricos (naranja, mandarina, limón,
pomelo), los kiwis, las bayas o los pimientos frescos. Esta vitamina también
participa en la formación de colágeno.
•
Selenio. Como las
vitaminas A, C y E es un potente antioxidante que reduce el riesgo de aparición
de tumores, entre ellos el de piel o melanoma. Además de en la carne, el
pescado y el marisco, se encuentra en los cereales intergrales, los
huevos, las nueces de Brasil y otros frutos secos.
•
Ácidos grasos esenciales (linoleico y alfalinolénico). La defiencia de cualquiera de los
dos provoca deshidratación de la piel, disminuye su elasticidad y afecta al
equilibrio del manto ácido. Los alimentos más abundantes son los pescados
azules (salmón, trucha, sardinas...), los frutos secos y los aceites de
semillas (girasol, maíz, soja, lino, sésamo...).
Además
de los nutrientes, es necesaria una ingesta suficiente de líquido para
mantener la piel hidratada y sana. Conviene beber un mínimo de un litro al día de agua mineral natural, más otro litro a traves de los alimentos; frutas y verduras.
Pero
no sólo las deficiencias ocasionan problemas. El exceso de proteínas puede
saturar y por lo tanto toxificar los órganos emuntores, hígado y riñones, obligando a la piel a que
actúe como órgano depurador de urgencia.
Los
productos lácteos, los huevos, el marisco, las fresas, el chocolate, los
embutidos, las conservas, el queso curado, los productos de panadería y los
frutos secos pueden provocar urticarias y eczemas en personas sensibles.
UNA CORRECTA HIGIENE
El
cuidado de la piel no pasa por utilizar muchos productos de higiene o
cosméticos. El uso excesivo de jabones, por ejemplo, reduce la acidez de la
piel y altera su funcionamiento. Los ingredientes artificiales contenidos en
los productos convencionales pueden irritarla y provocar reacciones alérgicas.
El
auténtico cuidado de la piel se basa en seguir una alimentación equilibrada,
rica en los nutrientes que participan en los procesos fisiológicos de la piel,
realizar baños y masajes con sustancias naturales, y hacer ejercicio
físico regularmente para activar su funcionamiento.
La
ducha diaria puede realizarse con una cantidad mínima de jabón. la temperatura del agua ni fría ni muy caliente y procurar friccionarse con
suavidad con un guante de lufa o de toalla.
Tras
la ducha conviene aplicarse sobre la piel todavía húmeda un aceite vegetal
que ayude a retener la humedad. Los de almendras dulces y sésamo
son ideales, aunque también puede utilizarse ocasionalmente aceite de oliva.
En cuanto a la piel de la cara conviene realizar los siguientes protocolos:
• Lavar
es el primer paso.
Deben usarse exclusivamente jabones vegetales y plantas medicinales. Se puede
empezar con agua caliente y terminar con agua fría.
• Tonificar es necesario para equilibrar la acidez de la piel (el
lavado la alcaliniza demasiado). Para ello hay que elegir tónicos naturales
certificados. Son recomendables las lociones de hamamelis y de rosa
mosqueta.
• Hidratar, después de lavar y tonificar, con aceites
y cremas de día de características adecuadas al tipo de piel personal
(seca, grasa o normal).
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