La luz y el calor de sol tienen una gran influencia directa en nuestro balance
hormonal, se multiplican las hormonas
responsables de nuestro bienestar, aumentando nuestra motivación y vitalidad,
consiguiendo alejar pensamientos negativos.
El aire que respiramos en el mar es estimulante, consigue que
en pocos días el organismo comience a cambiar. La glándula tiroides recibe una
mayor cantidad de yodo, produciendo una estimulación que hace que el
metabolismo se ponga en marcha y el cuadro sanguíneo experimente un cambio
positivo, por consecuencia muchas personas al tercer o cuarto día de sus
vacaciones cerca del mar se sientan cansados o fatigados, es una reacción
natural del organismo al clima estimulante, que revertirá en un aumento de la
capacidad de resistencia del cuerpo a largo plazo.
El biólogo francés René Quinton logró comprobar
científicamente en el año 1897 que la composición del agua del mar era muy
parecida a la composición del plasma sanguíneo humano, por lo que los baños y
tratamientos con agua de mar consiguen “recargar” el cuerpo a través de sus
sustancias minerales y oligoelementos.
Los rayos ultravioletas broncean la piel y actúan contra las
bacterias, los virus y los hongos, pero también son responsables de las
quemaduras solares, del envejecimiento de la piel y en parte, del cáncer de
piel, debemos aprovechar las propiedades beneficiosas de los rayos del sol y
protegernos contra las consecuencias negativas, no olvidemos nunca que los
rayos solares no actúan sobre nosotros cuando estamos directamente expuestos al
sol, aunque con menor intensidad los rayos del sol también llegan a nuestro
cuerpo aunque el cielo esté nublado.
Una alimentación sana y equilibrada es, en gran parte, la
mayor responsable de nuestra salud, nuestro bienestar y nuestra capacidad de
rendimiento. Pero lo que muchas personas desconocen es que también es decisiva
para que nuestra piel este sana.
Muchas de las sustancias vitales que están presentes en
nuestra alimentación como puede ser la vitamina E, el betacaroteno, la licopeno
y otras sustancias vegetales secundarias, influyen en el estado de nuestra piel
y, con ello, en su capacidad de resistencia. Una piel en forma protege nuestro
cuerpo de las influencias externas y regula muchos procesos, tanto internos
como externos.
Frutas cítricas como la naranja, ricas en betacarotenos , los
albaricoques, melocotones, mango, hortalizas como las zanahorias, pimientos
y los tomates, frutos rojos como
los arándanos, cerezas y remolacha roja actúan contra los radicales libres,
aceites de primera presión en frio de oliva, sésamo o nueces incluidos en
nuestras ensaladas regulan y estimulan el metabolismo de la piel.

http://www.naturopatia-rosagarcia.es/
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